Desarmando la Bala Mágica
Desarmando la Bala Mágica

Desarmando la Bala Mágica

Renato Flores responde al argumento de Cam W sobre el maoísmo y la línea de masas. 

El calentamiento global está progresando. Millones de personas pasan hambre y no saben si pueden pagar el próximo alquiler. La crisis de los sin techo se está intensificando. Sabemos que no podemos quedarnos quietos y que tenemos que hacer algo. Pero ¿cómo hacemos algo, cómo matamos al monstruo? ¿Cómo nos liberamos? No va a ser fácil. Todo el mundo tiene ideas, algunas más o menos desarrolladas que otras. Lo que está claro es que necesitamos un plan, y lo necesitamos rápido, o el monstruo nos devorará a todos.

En Cosmonaut, queremos tener un foro abierto de debate, donde estas ideas puedan ser compartidas y discutidas. Se han publicado tres contribuciones, con respuestas, contrarrespuestas y síntesis. Esta pieza es una respuesta (corta) a la intervención de Cam en los debates sobre la forma de partido iniciada por la pieza de Taylor B “Comienzos de la política” (Beginnings of Politics) y la pieza de Donald Parkinson «Sin un partido no tenemos nada» (Without a party we have nothing). La intervención de Cam está muy influida por las ideas de Joshua Moufawad-Paul (JMP) sobre cómo se ha definido históricamente el maoísmo, a qué problemas está respondiendo y cómo debe aplicarse hoy en día, siguiendo en gran medida sus ideas. La principal tesis de Cam es que el maoísmo, al ser la única ideología que ha absorbido correctamente el conocimiento producido por el proceso de aprendizaje de la Comuna de París y las revoluciones rusa y china, está en una posición única para dar una respuesta al problema del partido. Y esa respuesta viene en la forma de la línea de masas, que es «un mecanismo para transformar la naturaleza del partido en una organización revolucionaria de masas que puede resistir la fuerza neutralizadora de la forma del partido».

Discrepo de esta última afirmación, y eso es lo que trataré de elaborar en este artículo. Empiezo por coincidir con Cam en que debemos enfatizar los puntos de continuidad y de ruptura de nuestro proceso revolucionario. Pero difiero de él al ver la evolución del marxismo como algo mucho más complicado que el cuadro pintado por JMP. En efecto, en 2020, las experiencias de los revolucionarios tanto en derrocar estados existentes como en cómo hacer funcionar un nuevo estado revolucionario pueden llenar bibliotecas enteras. Sabemos mucho más acerca de lo que hay que hacer, y especialmente lo que  hay que evitar hacer, que en la época de Marx. Sin embargo, el proceso a través del cual el conocimiento ha sido acumulado y sintetizado no puede ser reducido a un solo camino de avance de la «ciencia de la revolución». Al hacer esto, nos arriesgamos a osificar eslóganes, y permitimos que la espontaneidad llene los vacíos, perjudicando nuestra organización. El cuadro pintado por Cam, heredado de JMP, sufre de los mismos problemas a los que Donald está respondiendo en su pieza: que una simple periodización se  impone a un proceso complejo de producción de conocimiento. Esta periodización se utiliza para hacer un punto dudoso, que a través de un evento se aprendió una lección que marca la muerte de un paradigma y el nacimiento de uno nuevo. Todos los que están atascados en el paradigma anterior son, en el mejor de los casos, ingenuos y, en el peor, acientíficos. ”Científico” es una palabra extremadamente cargada que produce una jerarquía de poder: mi teoría es más poderosa que la suya porque es científica. No es necesaria ninguna carga de prueba, porque yo estoy siendo científico y ustedes no. He absorbido con éxito las lecciones de la historia mientras que usted no lo ha hecho.

Para empezar a deconstruir la afirmación de que el maoísmo es el paradigma más alto de la ciencia revolucionaria, tenemos que entender que uno de los axiomas en los que se basa es erróneo, a saber, que el progreso es lineal y ocurre por un solo sendero. La biología y la evolución proporcionan un contraejemplo práctico. De manera muy simplificada1, los organismos se enfrentan a un problema, el medio ambiente, y tratan de encontrar una solución a través de la adaptación. Frente a entornos similares, los organismos encontrarán soluciones similares, incluso cuando se encuentren en aislamiento geográfico2. Esto se denomina evolución convergente, y hay muchos ejemplos en la Naturaleza. Tanto los murciélagos como las ballenas evolucionaron la capacidad de localizar las presas por medio de ecos como una adaptación para encontrar alimento en ambientes oscuros. Las alas han sido evolucionadas por pterosaurios, aves y mamíferos por separado. La producción de seda apareció por separado en las arañas, gusanos de seda y polillas de seda. De manera similar, algunas características pueden ser desarrolladas. Por ejemplo, algunas especies de aves han perdido la capacidad de volar después de haberla ganado. No es correcto ver a los organismos como más evolucionados, como si la evolución fuera algo que se acumula.

De la misma manera, el progreso en todas las ramas de la ciencia está lejos de ser limpio y lineal. Los genios han sido olvidados o desechados durante siglos sólo para ser redescubiertos. A menudo se llega a callejones sin salida que requieren mirar hacia el pasado para revitalizar teorías que antes se creían muertas. Más importante aún, los co-descubrimientos suceden, y suceden a menudo. Wallace y Darwin llegaron a la teoría de la evolución. Newton y Leibniz concibieron el cálculo. En ambos casos, los coinventores se apoyaron en conocimientos teóricos similares y se enfrentaron a preguntas similares. Por lo tanto, no es sorprendente que llegaran a la misma solución. Aún más, los científicos que trabajan con paradigmas muy diferentes, como Mach y Boltzmann, fueron capaces de contribuir inmensamente al campo de la física a pesar de trabajar desde puntos de partida muy distintos. 

Volviendo al movimiento revolucionario, nuestra teoría y nuestra práctica se han desarrollado para superar los obstáculos en nuestra liberación. Aunque estos obstáculos no son idénticos, han sido muy similares. De la misma manera que la evolución biológica, la ciencia de la revolución desarrolla soluciones muy similares para abordar los problemas que enfrentan los revolucionarios. Debemos esperar que ideas similares surjan de contextos similares, una evolución convergente de las tácticas. A partir de la experiencia, cuantos más científicos lleguen independientemente a la misma conclusión, más probable será que esta conclusión sea correcta. En este contexto, Donald tiene razón al enfatizar la falta de originalidad de Lenin. Como los científicos, los practicantes de la política revolucionaria se enfrentan a preguntas que deben responder, tanto antes, durante y después de la toma del poder. Aprenden unos de otros, y tratan de aplicar la mentalidad común a sus condiciones locales. 

Si un movimiento revolucionario avanza y abre nuevos caminos en el proceso de establecimiento del socialismo, los cambios en el entorno dan lugar a nuevos problemas que antes no se reconocían. Podrían haber tomado el poder, pero, ¿ahora qué? Como los bolcheviques señalaron repetidamente, pensaron que construir el socialismo iba a ser más fácil de lo que realmente era. Antes de la revolución rusa, Hilferding había declarado que sería suficiente con apoderarse de los diez bancos más grandes para llegar al socialismo. Hilferding, entre otros, creía que ese era el gran error de la Comuna de París, y que si los revolucionarios hubieran embargado esos bancos, habrían podido construir un sistema socialista. Pero cómo sabemos, eso estaba lejos de ser suficiente para los bolcheviques. Hicieron esto y mucho más. Se vieron obligados a experimentar continuamente, encontrando formas que pudieran llevar al socialismo sin perder el apoyo de los campesinos y los trabajadores. Las lecciones del leninismo no pueden reducirse simplemente a la necesidad de aplastar el Estado: son mucho más extensas y valiosas que esto.

En la misma línea, la Revolución China fue un gigantesco experimento de emancipación que implicó viejas y nuevas preguntas, con viejos y nuevos métodos para responderlas. Y Mao se separó de Lenin en muchos aspectos. La teoría del cambio de Mao esbozada en «Sobre la Contradicción» es bastante diferente de la comprensión de Lenin de la dialéctica. La teoría maoísta de la Nueva Democracia también difiere de las ideas de Lenin sobre cómo debe proceder una revolución. Es difícil responder si son mejoras o regresiones. Probablemente es mejor decir que el canon marxista fue enriquecido por ambos pensadores. 

Otro ejemplo de volver al canon marxista y reevaluar o redescubrir viejas hipótesis puede verse en las teorías de Kautsky, Lenin, Kwame Nkrumah sobre el Imperialismo. En su célebre Imperialismo, Lenin (con razón) le dijo a Kautsky que el mundo no se dirigía hacia un sistema ultraimperialista donde las diferentes potencias imperiales comparten el mundo pacíficamente, sino que argumentaba que el conflicto imperialista estaba sobre la mesa. De hecho, Lenin estaba en lo cierto en esa conjetura. La Primera y la Segunda Guerra Mundial fueron impulsadas principalmente por el conflicto interimperial3. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, sus diferencias se reducirían. Una sola superpotencia capitalista fue capaz de establecer las reglas sobre cómo se dividiría el botín. Nkrumah captó esto en su libro sobre el neocolonialismo, redescubriendo partes de la tesis de Kautsky y adaptándolas al presente. En este caso, un paradigma agotado fue resucitado después de que se hicieran importantes adaptaciones.

Puedes ver a dónde voy: es imposible establecer una evolución simple del conocimiento para el marxismo, con rupturas claras entre sí donde el conocimiento sólo tenía realmente tres saltos.  Mao tenía razón al decir que el socialismo o el comunismo no era permanente en la URSS y que una reversión al capitalismo podía ocurrir, pero seguramente no era el único en notar los problemas de la construcción socialista en la URSS. La experiencia revolucionaria ha sido acumulada y, para bien o para mal, sintetizada por los revolucionarios. Hay puntos en los que sintetizadores como Lenin o Mao han hecho contribuciones claves que han dejado una huella permanente. Lenin fue capaz de estabilizar un Estado revolucionario, lo que permitió que se plantearan nuevos problemas de la construcción socialista. Mao fue capaz de movilizar a las masas contra un partido estancado, lo que abrió el problema de cómo tratar con los intereses de clase dentro del partido, y cómo abrir una esfera pública en un estado socialista. En lugar de haber hecho ciencia, probablemente es mejor pensar que han creado el escenario para un mayor desarrollo del socialismo científico. 

Si Lenin y Mao fueron científicos o si prepararon el escenario para la nueva ciencia es un punto pedante – el punto importante es que las periodizaciones de la ciencia revolucionaria no sólo están destinadas a transmitir esto, a menudo se utilizan como discursos de poder. Cuando Stalin escribió «Fundamentos del leninismo», «Trotskismo o leninismo», o incluso el Curso Corto, no sólo estaba tratando de sintetizar el conocimiento obtenido de la construcción del socialismo en la URSS y establecer una hoja de ruta para el futuro. Era una operación a través de la cual se declaraba a sí mismo como el verdadero heredero de Lenin y excluía a otros como Trotsky o Bujarin. Cuando el maoísta indio Ajith escribió «Contra el Avakianismo», intentaba excluir al Partido Comunista Revolucionario de Bob Avakian del manto del maoísmo. De la misma manera, la periodización de JMP es un intento de reclamar para el maoísmo el manto de la única ciencia de la revolución y excluir a otros marxistas de la posibilidad de contribuir a esto. Pero su afirmación ignora la complejidad del desarrollo del conocimiento, algo de lo que ya tratamos en esta pieza. Además, incluso si uno toma esta periodización en su palabra, y tomamos el maoísmo como una tercera síntesis, la periodización de JMP no es la única que intenta explicar las rupturas epistemológicas de Mao. Los marxistas-leninistas-maoístas -principalmente maoístas- que reivindican el legado del relativamente exitoso Sendero Luminoso Peruano, centran las contribuciones teóricas de Gonzalo en torno a la Guerra Popular para definir el maoísmo, en lugar de reconocer al Movimiento Revolucionario Internacional (del que el PSP era un miembro aunque crítico) como el principal sintetizador del maoísmo4.

Más importante aún, ¿por qué el maoísmo es la única ideología que puede afirmar haber absorbido los conocimientos de la historia revolucionaria? En cuanto a la toma del poder, o la lucha contra el Estado hasta el punto de estancamiento, ¿qué han logrado los naxalitas indios que no hayan logrado otros, como por ejemplo los zapatistas que partieron de premisas diferentes5 pero que se enfrentan a condiciones materiales similares de despojo indígena? ¿Son los zapatistas de alguna manera menos científicos que los naxalitas? ¿O están respondiendo a las diferentes presiones del capitalismo dependiente en países con antecedentes de colonialismo y de castas?6 ¿Realmente no hay nada que la lucha titánica del Congreso Nacional Africano contra el apartheid pueda enseñarnos, cuando el lamentable estado del CNA nos recuerda cómo la revolución maoísta en Nepal ha sido cada vez más cooptada? ¿Qué hay de los muchos otros nombres de la larga lista de revolucionarios latinoamericanos o africanos como Amilcar Cabral o Paulo Freire, que se omiten de esta evolución? Los éxitos y fracasos de la Declaración de Arusha y Ujamaa o el experimento yugoslavo de autogestión proporcionan más puntos de datos que enriquecen nuestro conocimiento, yendo mucho más allá de la periodización en línea recta del MLM que sólo une realmente tres puntos e intenta excluir a todos los demás. En este espíritu, cabe señalar que grupos geográficamente diversos como Matzpen en Israel y Race Traitor en los Estados Unidos desarrollaron independientemente ideas muy similares sobre lo que significa ser un traidor de la raza, y cómo el colonialismo de los colonos y el privilegio de los blancos funcionan para estabilizar la sociedad. 

Lucha de dos líneas e ideología «burguesa»

Una periodización de la historia debe ir acompañada de explicaciones sobre las decisiones tomadas para dividir una época de otra. Estas divisiones suelen utilizarse para dar primacía a un acontecimiento o concepto político, tras lo cual se demostró que una teoría era absolutamente correcta y la otra falsa. En el caso de la pieza de Taylor,  sigue a Badiou afirmando que la Revolución Cultural demostró que la forma-partido era un concepto agotado y planteó la idea de que nuevas formas de organización debían suplantarla. En el caso de Cam, que sigue la periodización de JMP del MLM, la revolución cultural pone en primer plano la importancia de la lucha de «dos líneas» y de la línea de masas. Esencialmente, Mao llegó a una conclusión de avance: la lucha ideológica entre el proletariado y la burguesía continuaba en el socialismo, y (una parte de ella) ocurría dentro del partido comunista en forma de lucha de líneas. Stalin se equivocó al declarar que la URSS había alcanzado el comunismo, y que este proceso no podría ser revertido. De hecho, los capitalistas dentro del partido podrían revertirlo y tenemos que luchar contra ellos, y con las masas. Un partido que está debidamente integrado en las masas puede luchar con éxito contra los que quieren revertir la revolución. Y por eso Mao llamó a la Revolución Cultural: para reconstruir esos vínculos entre el partido y las masas, y para combatir la propagación de las ideas capitalistas en el partido. 

Este marco analítico es muy atractivo. Explica la restauración del capitalismo en la URSS y en China: el ala burguesa del partido ganó poder porque nunca fue derrotada, a pesar de la Revolución Cultural. Ofrece una respuesta sencilla y reconfortante a la cuestión de la construcción del socialismo: basta con luchar con fuerza contra los capitalistas de la carretera. Suena mucho a lucha maniquea por el mundo, y se adapta especialmente bien a una mentalidad estadounidense que se basa en los binarios. Pero aunque definitivamente hay elementos indeseables dentro de todos los partidos comunistas (basta pensar en Yeltsin o Milosevic) la lucha de dos líneas es una burda simplificación que colapsa todos los problemas de la ciencia revolucionaria en algo que se parece mucho a un truco de magia: las masas nos redimirán si luchamos con ellas. Todo el problema de la gestión de la sociedad, tanto política como económicamente (que suelen ir juntas) no es una lucha entre el bien y el mal. Es el problema de cómo controlar una totalidad, que corre el riesgo de volverse disfuncional en los lugares donde se producen las fallas, ya sean alianzas mal equilibradas entre las clases, como el campesinado y los proletarios, los monopolios existentes sobre los recursos, como las habilidades técnicas, o los lugares de poder que reproducen la ideología antisocial. Mao tenía razón al identificar algunos problemas como originados por los valores y creencias capitalistas, que se originan y reproducen a partir de las condiciones existentes y que requieren una revolución cultural para ser resueltos. Pero todos estos problemas no pueden ser tachados de burgueses o capitalistas, aunque sus fuentes provengan de la construcción del socialismo sobre una sociedad capitalista.7 Al adoptar esta simplificación, nos arriesgamos a permitir que la espontaneidad se cuele por todas partes y a esperar que los espíritus elevados nos resuelvan las cosas.

Hay un comentario en broma que pregunta: dime en qué año crees que fue derrotada la Revolución Rusa y te diré a qué tendencia perteneces. ¿Fue con el Comunismo de Guerra? ¿Con Kronstadt? ¿El desempoderamiento de los soviéticos? ¿Los retrocesos de la Nueva Política Económica? ¿La colectivización rápida y a menudo brutal? ¿Las purgas que destruyeron a los viejos bolcheviques? ¿Las reformas de Kruschev o de Kosygin? ¿Estaban ya condenados los esfuerzos de Gorbachov o cometió graves errores en el camino? Peor aún, ¿vendió la URSS por un trozo de pizza? La amarga verdad es que no hay una respuesta sencilla a cuándo fue derrotada la URSS. Hubo una larga lista de decisiones que reforzaron a algunos grupos mientras debilitaban a otros, erosionaron la base de apoyo masivo de la revolución, crearon lentamente grupos de personas alienadas que se sintieron desplazadas del poder, y finalmente crearon una sociedad estancada, incluso osificada. Al no poder avanzar hacia el socialismo, se desintegró bajo presión. Hasta que no digamos esta dura conclusión, corremos el riesgo de buscar balas mágicas para resolver todos nuestros problemas.

Buscar la redención a través de las masas es sólo una ilusión más de una maleta de trucos quijotescos destinados a llevarnos al socialismo. Aunque apunte a un problema real, la solución es poco más que un eslogan8. El cuidadoso y difícil acto de equilibrio del diseño institucional destinado a construir un sistema que, entre otras cosas, otorga libertad política a todos, suprima los roles permanentes de gerencia asegurando que «cada cocinero pueda gobernar», y elimine los sistemas opresivos existentes heredados del capitalismo, se reduce a asegurarse de que la línea proletaria se mantiene «acudiendo a las masas». Esto confunde la táctica y la estrategia, y permite que la osificación y la espontaneidad se cuelen en todos los espacios que faltan. Piénsalo por un momento. Algunos problemas son más fáciles de resolver que otros: si un administrador local se comporta mal y abusa de sus poderes, debemos disciplinarlo mediante la reeducación o incluso la destitución. Pero, ¿y si es el único del pueblo que puede hacer funcionar los sistemas de riego? Si se les destituye, la producción agrícola será insuficiente o fracasará. Si se restablece a este administrador, las masas, que son nuestros últimos aliados, se sentirán traicionadas. No lucharon una revolución para esto. El administrador podría sentirse justificado en sus privilegios y tratar de ir aún más lejos en su búsqueda de aún más privilegios y poder. Pero si no se les restituye, las masas podrían pasar hambre debido a las pérdidas de las cosechas, o congelarse en el invierno. En cualquier caso, se sentirán frustradas con el partido. 

Este tipo de dilemas en torno a los especialistas y los administradores locales fue un problema repetido en muchas sociedades que intentaban la construcción socialista, incluidas la URSS y la China maoísta. Mao buscó una solución a través de la movilización de masas de la Revolución Cultural. La primera etapa dispersó la aglomeración de especialistas en la ciudad enviándolos al campo. Con ello se pretendía romper sus privilegios y bastiones urbanos, y (re)reunir el apoyo de los campesinos a la revolución. Los especialistas desclasificados participarían entonces en la segunda y prolongada lucha por romper los monopolios del conocimiento, educando al campesinado y abriendo escuelas rurales. Al garantizar que los campesinos fueran capaces de administrar sus propios asuntos como colectivo, no estarían en deuda con un único experto, potencialmente corrupto. La solución de Mao se aplicó a una escala nunca vista antes, especialmente en un país del tamaño de China y su profunda división entre la ciudad y el campo, pero Mao no fue el único que ideó este tipo de solución al problema de los especialistas: el Che Guevara intentó aplicar una revolución cultural a menor escala en Cuba para persuadir a los gestores y especialistas de que se unieran a la revolución. Otras revoluciones tuvieron sus propias soluciones: los yugoslavos tenían un problema persistente con los gerentes que monopolizaban el conocimiento y trataron de resolverlo a través de las escuelas de fábrica y la profundización de la educación, sin obligar a los especialistas existentes a someterse a una revolución cultural. Esto no terminó bien.

Otro problema más complicado fue el que afrontó la URSS en repetidas ocasiones durante su historia: qué ocurre cuando la falta de aprovisionamiento adecuado de alimentos a las ciudades obliga al partido a elegir entre extraer alimentos por la fuerza del campesinado o entregarle importantes concesiones, ya sea pagando precios más altos o dedicando mayores inversiones. ¿Cuál de estas soluciones es «proletaria»? La URSS se vio obligada a oscilar constantemente entre disciplinar a los campesinos por la fuerza y otorgarles concesiones porque no podía confiar únicamente en el palo o la zanahoria. Ninguna de las dos opciones puede calificarse de más «proletaria» que la otra. Especialmente cuando se contrasta con las alternativas no tomadas, que pueden considerarse capitalistas, como la plena liberalización de la China rural en la era Deng.  

Con esta breve digresión, espero haber expuesto un punto importante: el funcionamiento de una sociedad es el funcionamiento de una totalidad compleja, donde las relaciones pueden llegar a ser disfuncionales, amenazando el conjunto. No se trata (sólo) de llevar a cabo luchas de líneas entre «proletarios» y «burgueses». Se trata de sentarse y diagnosticar el sistema, entender dónde están las disfunciones, a cuáles grupos se sirve o perjudica, y cómo puede avanzar la construcción socialista eliminando esas disfunciones. La política no es una lucha maniquea. Está a medio camino entre una ciencia y un arte de la organización. Hay que llegar a compromisos, y debemos preguntarnos constantemente cómo van a cambiar las relaciones de poder en la sociedad si queremos que se produzcan estos cambios.

Las sucesivas políticas educativas de la URSS en los años 20, destinadas a democratizar el conocimiento y mejorar la producción, acabaron dando poder a una nueva clase de «especialistas rojos» que controlarían el partido 30 años después. El experimento yugoslavo trató de restarle poder al Estado federal y de facultar a los consejos de fábrica para que devolvieran el poder a los trabajadores, pero acabó dando poder a los directores de fábrica y creando una clase compradora que provocaría una guerra civil. Las reformas agrícolas promulgadas por el Gran Salto Adelante pretendían aumentar la producción de alimentos, pero acabaron provocando una crisis alimentaria. El tipo de análisis histórico que necesitamos es duro, pero ser honesto da como resultado un mejor encuadre de las cosas que va más allá de las simples líneas buenas y malas, y de las tendencias científicas superiores o inferiores, o de quién traicionó qué revolución.

Más allá de la línea de masas: decidir cómo y dónde luchar

El mismo marco, con algunas salvedades, puede aplicarse para formular los principios de un partido revolucionario. El partido se inserta en una sociedad capitalista al tiempo que intenta desestabilizar la totalidad capitalista y sustituirla por una nueva totalidad. 

¿Cómo empezar a construir un organismo de este tipo? El plan de acción sugerido por Cam está tomado del libro Continuidad y Ruptura de JMP:

Los participantes en un movimiento revolucionario comienzan con una teoría revolucionaria, tomada de la historia del marxismo, que planean llevar a las masas. Si logran llevar esta teoría a las masas, entonces afloran de estas masas transformados, arrastrando a su paso nuevos cuadros que les enseñarán tanto a ellos como a su movimiento algo más sobre la revolución, y demostrando que el momento del desde es mucho más significativo que el momento del hasta porque es el mecanismo que permite el reconocimiento de una política revolucionaria.  

Esto plantea varias cuestiones y problemas, pero lo principal es que se parte de los participantes en un movimiento revolucionario que están armados con la teoría que llevan a las masas. 

La primera crítica a esta posición es que el partido es visto como una especie de agente externo, formado por intelectuales, que han adquirido conocimientos y los llevarán a las masas. Deja de lado al partido, como único intérprete del marxismo, y objeto a través del cual las demandas del pueblo se traducen en comunistas. Espera que con el acercamiento de la teoría a las masas, el partido se transforme. Podemos contrastar este enfoque con la teoría de la fusión. En 1903, Kautsky escribió:

Además de este antagonismo entre el intelectual y el proletario en el sentimiento, existe aún otro antagonismo. El intelectual, armado con la educación general de nuestro tiempo, se concibe a sí mismo como muy superior al proletario. Incluso Engels escribió sobre la mistificación erudita con la que se acercaba a los trabajadores en su juventud. Al intelectual le resulta muy fácil pasar por alto en el proletario a su igual como compañero de lucha, a cuyo lado en el combate debe ocupar su lugar. En cambio, ve en el proletario el bajo nivel de desarrollo intelectual de éste, que es tarea del intelectual elevar. No ve en el obrero un camarada sino un alumno. El intelectual se aferra al aforismo de Lassalle sobre el vínculo entre la ciencia y el proletariado, un vínculo que elevará la sociedad a un plano superior. Como defensor de la ciencia, el intelectual se acerca a los trabajadores no para cooperar con ellos como camaradas, sino como una fuerza externa especialmente amistosa en la sociedad, que les ofrece ayuda.

 

La diferencia entre estas dos concepciones es que la primera presta poca o ninguna atención a la autoorganización de las masas y a las formas en que ya están resistiendo al capitalismo. Nos pide que vayamos a las masas, sin especificar a qué masas y cómo hablar con ellas. La segunda concepción es la de la fusión, en la que los intelectuales llegan a cooperar con los trabajadores y los ven como compañeros, insertándose en las luchas existentes y amplificándolas. 

Esta diferencia es especialmente crítica porque explica la forma en que los maoístas de Estados Unidos suplen su falta de táctica y estrategia claras con la espontaneidad, dejándoles sin un plan claro, algo de lo que se están dando cuenta lentamente. «Ir a las masas» queda como una solución mágica. Esto plantea el segundo problema: la identificación de las «masas». Cam sugiere que empecemos por «servir e interactuar con la gente». Un estudio detallado de las condiciones del pueblo es un prerrequisito de cualquier movimiento revolucionario; sólo hay que preguntarle a Lenin o a Mao, pero al igual que con JMP, Cam roza la cuestión de quiénes son las masas con las que se supone que debemos interactuar en Estados Unidos. Esta es una cuestión sobre la que vale la pena reflexionar: Estados Unidos es una criatura única en la historia del mundo. Es un país imperialista avanzado, lo que da lugar a comparaciones con Europa Occidental, pero también es una sociedad colonial de población andamiada por el racismo. Tiene una importante aristocracia obrera que tiene mucho más que perder que sus cadenas, y también tiene un importante excedente de población que es fácilmente reemplazable y tiene poco poder para detener al monstruo.

¿Qué grupos van a liderar la revolución y qué grupos se espera que la sigan? ¿Cómo se ganará la hegemonía sobre estos grupos? Esencialmente, ¿quién es el sujeto revolucionario en Estados Unidos? ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? Si no explicitamos esto, corremos el riesgo de fetichizar a los sujetos más oprimidos que, por infortunio, no tienen el poder de cambiar el sistema.

Es importante recordar que Marx situó al sujeto revolucionario en el proletariado porque (1) estudió la autoorganización de los trabajadores, cómo tenían el poder de detener la acumulación si querían, y lo que eran capaces de lograr bajo una dirección y estructura adecuada, y (2) el proletariado tenía menos que perder al derrocar el sistema porque no poseía nada. Sólo podía perder sus cadenas. Pero como bien sabemos, el proletariado en los centros del capitalismo fracasó en la revuelta. La Comuna de París, que tanto entusiasmó a Marx, se trasladaría al Este, y la clase obrera de los centros capitalistas fue pacificada en el mejor de los casos, o en el peor, alistada en proyectos imperiales o fascistas. 

No se le pondría el cascabel al gato porque algunos ratones obtenían buenos botines. Empezando por Lenin, ha habido muchos intentos de racionalizar por qué no hubo más revueltas a gran escala, como la Comuna de París, en los centros del capitalismo. La aristocracia obrera, entendida como aquellos que tienen más que perder que sus cadenas, no estuvo a la altura de las tareas de Marx. Y si no están dispuestos a rebelarse y a coger la espada, ¿quién terminará entonces el trabajo? Esta pregunta es especialmente apremiante en Estados Unidos, donde el capitalismo está fuertemente racializado y donde los blancos pobres han sido utilizados para estabilizar el colonialismo de población durante siglos. Aquí es donde aparece la cuestión de «quiénes son las masas revolucionarias». La espontaneidad está de suplente cuando las prescripciones son vagas, por lo que muchas organizaciones de «línea de masas» caen en un patrón de proporcionar ayuda de servicio, en forma de alimentos o medios legales, a los más oprimidos con la esperanza de activarlos para la lucha. No quiero repetir una crítica completa de la ayuda mutua que ya fue hecha de manera excelente por Gus Breslauer. Los dos puntos básicos son: la gente hace ayuda mutua porque es fácil y nos hace sentir bien, pero al final lo que estamos haciendo es redistribuir el fondo de trabajo y no amenazar al estado o a los patrones en el proceso. Aunque la ayuda mutua puede crear a veces auxiliares útiles, como los comités de desempleados, a menudo no pueden sustituir al acto principal. Además, requieren enormes cantidades de energía y gastos de fondos para mantenerse vivos, energía que podría gastarse más eficazmente en amplificar las luchas existentes. Corremos el riesgo de quemar recursos y a nosotros mismos en hacer algo que no centra la lucha de clases y que es de menor utilidad para luchar contra el sistema capitalista. 

Es importante situar este nuevo fetiche con la ayuda mutua no sólo en la constatación de que la gente está sufriendo inmensamente sino también en el fracaso de localizar un sujeto revolucionario dispuesto a luchar hasta el final. La ayuda mutua intenta activar a las capas más oprimidas de Estados Unidos, pero el otro principio de Marx sigue vigente: buscar a los sujetos que tienen el poder de cambiar la sociedad, y no sólo a los más oprimidos. Deberíamos buscar los focos de lucha de clases que se dan realmente en el mundo actual y cómo éstos pueden ser amplificados para desbaratar la totalidad capitalista. Para ello, podríamos empezar por leer con gran detalle los estudios sobre las condiciones materiales, como Mask Off de Hunsinger y Eisenberg. Un lugar importante de lucha en los Estados Unidos en este momento son las luchas en torno a la reproducción social, específicamente las relacionadas con la vivienda, el cuidado de los niños y la asistencia sanitaria. Los sindicatos de profesores y enfermeras, así como el movimiento de inquilinos, están en primera línea de lucha, y están perjudicando a los capitalistas porque están irrumpiendo en la totalidad capitalista de una manera que no lo hace la distribución de alimentos entre los sin techo9.

Para algunas personas, el punto de partida natural puede ser su sindicato, especialmente si es uno activo y luchador. Pero para aquellos que no tienen esa opción, centrarse en el movimiento sindical de los inquilinos nos permite conectar con las luchas preexistentes en las masas, amplificarlas y entender sus condiciones de una manera muy diferente a la distribución de alimentos. El sindicalismo de inquilinos también nos proporciona objetivos que son realmente derrotables, como un señor de los barrios bajos local, lo que motiva a nuestros miembros, nos da publicidad y permite que nuestra organización crezca al tiempo que se integra en la lucha. Otros objetivos más grandes pueden ser tentadores, pero a menudo se trata de hazañas heroicas. La lucha contra Amazon, liderada por Amazonians United y otros sindicatos, está luchando contra un enemigo a una escala mucho mayor de lo que el proletariado es capaz de organizar ahora mismo. Su lucha será extremadamente dura, ya que la clase obrera en los EE.UU. (o incluso a nivel internacional) está todavía en un estado de aprendizaje. Las victorias pueden ser robadas rápidamente. Por ejemplo, los trabajadores alemanes derrotaron a Amazon en Alemania, por lo que Amazon simplemente se trasladó al otro lado de la frontera, a la República Checa, continuando la distribución en Alemania y evitando sus leyes.

Conclusión 

Como se ha mencionado en la introducción, nos encontramos en un momento seriamente desmoralizador. Hay una coyuntura que cambia rápidamente, en la que la pandemia y el cambio climático nos llenan de urgencia pero dificultan la organización debido a los recursos cada vez más escasos. Queremos hacer algo que sea efectivo y traiga la liberación rápidamente, pero nos enfrentamos al peso de los fracasos del movimiento socialista, ya sea revolucionario o reformista. Queremos respuestas sobre cómo hacerlo y nos atraen las cosas que no suenan tan distintas a lo que ya sabemos, o a las formas en que nuestros cerebros están programados. 

El estilo de maoísmo de JMP se adapta especialmente bien a la mente estadounidense. Ofrece respuestas relativamente fáciles y proporciona suficientes silencios para que podamos elegir una interpretación que no sea disonante con nuestra mentalidad anterior. JMP también toma prestados muchos conceptos epistemológicos de la filosofía pragmatista estadounidense, como el modo en que la verdad se evalúa a través de la práctica, lo que lo hace aún más susceptible al concepto subyacente de ciencia ya presente en la sociedad estadounidense10. JMP escribe bien y con claridad y es muy elocuente en sus entrevistas. Por ello, no es extraño verle cada vez más popular para una generación joven que busca esas respuestas rápidas sobre qué hacer. Este maoísmo también puede reclamar el manto de los pocos movimientos revolucionarios que siguen vibrantes hoy en día: Filipinas e India, lo que nos da algo esperanzador por lo que arraigar internacionalmente, algo menos rancio que la defensa de una China cada vez más capitalista.

Sin embargo, para desarrollar una ciencia de la revolución adecuada para Estados Unidos, cualquiera que sea la doctrina en la que decidamos basarnos, tiene que estar fuertemente enriquecida con el pensamiento anticolonial. Uno de los referentes del maoísmo, los naxalitas en la India. no han tratado adecuadamente la cultura adivasi, y a veces han malinterpretado su funcionamiento, enfrentándose al resentimiento y la resistencia local11. Esto debería causar reparos sobre los métodos de funcionamiento de la «línea de masas», donde el partido queda como intérprete por su conocimiento del marxismo. Además, los naxalitas no han logrado vincular su lucha con las luchas en las ciudades indias. Una estrategia que se base en los más oprimidos de EEUU seguramente se enfrentaría a problemas similares. En este sentido, los comunistas filipinos hacen esta vinculación mucho mejor, mediante el uso de amplios frentes populares. Sin embargo, también llegaron a apoyar a Biden en las últimas elecciones presidenciales de EEUU. Cómo relacionarse adecuadamente con la aristocracia obrera y ganar la hegemonía proletaria sobre ella va a ser aquí un gigantesco problema táctico y estratégico. 

Así que, para terminar, propongo que no nos basemos en eslóganes que puedan ser osificados y rellenados con espontaneidad. No tenemos un Yunnan para construir una base roja en los Estados Unidos, la geografía no es tan favorable aquí. Nuestra lucha es larga y no se resolverá con trucos, sino que requerirá años y décadas de cambio de tácticas y reevaluación de estrategias. Con este espíritu, Cosmonaut es un foro abierto en el que los revolucionarios pueden hablar entre sí y proponer formas de avanzar. Sé que esta contribución plantea más preguntas que respuestas, pero espero que sirva de punto de partida para plantear mejores preguntas.

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  1. Y poco dialéctica, pido perdón a Levins y Lewotkin por esta simplificación. El medio ambiente está en una relación dialéctica con los organismos, y no se pueden separar fácilmente, de la misma manera que el burgués cambia para adaptarse al movimiento obrero.
  2. Para más información, consulte los recursos de la Universidad de California en Berkeley sobre la evolución: Homologías y analogías (berkeley.edu)
  3. Excluyenndo el conflicto URSS-Alemania nazi y otras guerras de liberación.
  4. Curiosamente, de la misma manera que los que siguen a Stalin reservan su mayor virulencia para Trotsky y los trotskistas, los que afirman que Gonzalo sintetizó el maoísmo reservan la retórica y la violencia extremas para JMP, hasta el punto de interrumpir sus eventos.
  5. Se podría replicar aquí que algunos de los fundadores zapatistas eran cuadros de las Fuerzas de Liberación Nacional que tenían inspiración maoísta. Incluso ignorando el gigantesco núcleo de pensamiento indígena que el EZLN ha absorbido, si se toma la periodización del MLM al pie de la letra, los fundadores no pueden ser clasificados como maoístas y por lo tanto están en una «etapa inferior».
  6. Esto no quiere decir, por supuesto, que no tengan cosas que enseñarse entre ellos.
  7. Curiosamente, el trabajo de Lara Douds sobre el Estado de Lenin muestra cómo Lenin, al intentar hacer el Estado más democrático, acabó recreando muchos desequilibrios de poder debido a las tradiciones zaristas heredadas.
  8. El problema que identifica la línea de masas no es tan diferente al de otras tendencias. Los trotskistas tienden a culpar a la falta de democracia obrera cuando se les presiona sobre los fracasos de los estados socialistas realmente existentes, lo cual es un diagnóstico similar. Ambos apuntan a problemas reales: una alienación del poder de las masas, pero ofrecen una solución simple que abdica del complejo problema de la transición.
  9. Por supuesto, esto no quiere decir que la distribución de alimentos y las ayudas a la vivienda sean negativas. Ayudan a los más desamparados. Pero acaban haciendo programas de bienestar para el Estado de forma gratuita.
  10. El pragmatismo americano es una escuela filosófica que sostiene que «tanto el significado como la verdad de cualquier idea están en función de su resultado práctico» La obra de Mao sobre la práctica es posterior a los padres del pragmatismo, y corresponde mucho con esta escuela. Los conceptos de Mao podrían haber sido originales, o podrían haber sido influenciados directa o indirectamente teniendo en cuenta la afluencia de ideas occidentales en los intelectuales chinos a principios del siglo XX. En cualquier caso, lo que está claro es que el pragmatismo está «en el aire» en la academia y el mundo anglosajones, lo que hace que este aspecto de la filosofía de Mao sea especialmente atractivo.
  11. Véase la etnografía Nightmarch de Alpa Shah para un documento comprensivo, aunque todavía crítico, sobre los naxalitas y su relación con los adivasi.